martes, 9 de noviembre de 2010

FIESTAS SINGULARES DE OTOÑO

A mí siempre me han encantado las fiestas. Desde luego, vivirlas pero casi tanto como eso o más, crearlas. Imaginar un tema para celebrar, por ejemplo las fases de la Luna, o San Juan, o un cumpleaños, o simplemente reunirnos y compartir nuestra amistad.
Luego, inventar juegos para distraernos, enfrentarnos a algunos retos, sacar lo mejor de nosotros mismos, atrevernos, dejarnos mimar…
Imaginar el escenario, ver las guirnaldas de flores, los tubos de luz bordeando las salas, los detalles que emocionen. Pensar bien lo que comeremos y beberemos, los regalos que tendremos, y sobre todo, las caras de alegría y satisfacción de los participantes del evento.
Y así nace una fiesta.
En otoño hay algunos temas interesantes para celebrar.
La danza de otoño es la del cambio y del dejarse ir. Al principio todo está lleno de actividad, el carnaval de colores es barrido por el viento, amontonando las hojas secas. Después, van apareciendo los silencios, los primeros fríos que se llevan la canción de los insectos; el humo silencioso que se levanta en la chimenea; las bandadas de pájaros que emigran al Sur. Es el momento de los viajes, la emigración de los animales nos lo recuerda cada día. Pero podemos hacer un viaje interior, una estación para acumular nuestra provisión de sentimientos. La oportunidad de apreciar lo que habiendo florecido ya no es necesario, y lo que perdura en nuestro interior. Como decía en otro post, es el tiempo de abandonar lo que nos sobra y prepararnos para lo que nos hace falta vivir.
Hay muchas maneras de celebrar esta estación: adornando nuestra casa con los frutos de la tierra, cestos con manzanas coloradas y maíz, guirnaldas con ramas, frutos y hojas secos. Cocinando los alimentos de temporada, esos níscalos deliciosos de mil y una maneras; la calabaza, en crema, en sopa, gratinada…; la gama de setas casi infinita para componer deliciosos platos; las granadas, los boniatos, las castañas…
Preparando una fiesta de disfraces, con sus sesiones de costura, de cocina, de organizar los juegos, que son mini fiestas si sacamos cosas ricas de comer y ponemos cariño y atención a nuestros compañeros de actividad.
Recordar a nuestros difuntos, no desde la ausencia o la tristeza sino desde la fortuna de haber compartido su vida. Expresar que seguimos amándolos aunque ya no estén con nosotros. Una cena donde hablamos de ellos y hemos preparado un álbum con las fotos más relevantes de su historia, decorado con mimo, original, tierno, que nos hace acordarnos de lo mejor de aquella persona que ya no está.
Celebrar la Lunación, inventando maneras de conectar con lo más íntimo de nosotros, lo más femenino (seamos mujeres u hombres), para celebrar la vida que late en nosotros.
De alguna manera, la actitud alegre y abandonada al flujo de la vida, es la que hemos de cultivar con más afán. Darnos cuenta de que a pesar de las circunstancias que tengamos ahora mismo, podemos extraer siempre lo mejor, apoyarnos en los sentimientos que nos hacen sentir bien, creer en nosotros para ser capaces de hacernos fácil la vida, en lugar de difícil.
Si deseáis más ideas o ayuda con ellas, escribid, con gusto compartiremos lo que sabemos.
Hasta prontito y ¡haced muchas fiestas este otoño¡

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